Llama la atención, un zócalo arquitectónico rococó de espejos entre columnas. En el primer tramo hay unos armarios para cuyas puertas se adaptaron cuatro relieves de los evangelistas y unos medallones con bustos renacentistas, atribuidos a Guillén de Holanda y Arnau de Bruselas. Las pinturas de las bóvedas de la sacristía son de Felipe del Plano (1737) y preside la sala una grandiosa pintura de la Inmaculada, obra de Vejés (1764).
En la sacristía se exponen, entre otras piezas, el Arca del Sacramento para el Jueves Santo, barroca, y la custodia «el Ciprés», gótica, de plata dorada, donada en 1462 por Enrique IV de Castilla. Es un templete gótico hexagonal con dosel piramidal sostenido por leones rampantes. Delante del viril lleva la imagen orante del rey y dos anillos. Se utiliza en la procesión del Corpus Christi.